sábado, 7 de abril de 2007

LOS PIANISTAS EN EL CINE MUDO



Si alguno de los que accedan a estas líneas, tras asistir a un pase de una película muda con acompañamiento de piano en directo (ejercicio, por cierto, muy gratificante), ha tenido la tentación de idealizar la profesión de pianista en este tipo de sesiones, sería conveniente que en otra ocasión asista a la sala antes, con la película más importante de un ciclo, y contemple el enfrentamiento entre el pianista y el responsable de la sala en relación a sus condiciones de trabajo. Casi nunca puede acceder realmente a la película tal y como la va a ver (en cuestión de cine mudo, lo proyectado puede variar mucho de una versión a otra), si es que ha podido hacerlo previamente, porque si no, toca improvisar o recurrir a partituras añejas. Eso sí, este pianista debería tener en cuenta al quejarse cómo eran las condiciones de los pianistas del cine mudo en los tiempos en que éste era el único cine que podía verse en las salas.

Para ilustrar sobre ello, hemos recurrido a las útiles hemerotecas de las filmotecas, en concreto a tres artículos de la publicación "El Cine" aparecidas en marzo y mayo de 1914 y en 1922, que tratan sobre la situación de estos pianistas en las salas españolas.

En los artículos publicados en 1914, Juan Tió y Jaime Colomer se quejan de las condiciones infrahumanas en las que trabajaban estos pianistas, que repercutían en unas interpretaciones "monótonas" criticadas por el público. Recibían muy poco sueldo en relación a su extenuante trabajo: tocaban hasta nueve horas diarias "sin otro intervalo que el cambio de películas" o que le pudiera sustituir un suplente, pero siempre que le pagase el propio pianista titular, algo complicado dado el sueldo; además, el domingo tenían sesiones matinales de 11 de la mañana a 1 de la tarde. Además el poco sueldo les dificultaba la tarea de renovar su repertorio comprando nuevas partituras. Más allá del sueldo, el horario y la escasez de partituras, el trabajo en sí era muy complicado, "colocados en el peor sitio del local, como es al pie mismo del marco de proyecciones, lo cual contribuye a estropearle bárbaramente la vista y menos mal cuando no han de sufrir las impertinencias del público". Sobre estas impertinencias uno de los artículos es especialmente descriptivo: "están obligados a marchar al unísono del motor, siempre sentados, la vista fija en la tela, el oído atento para que el público no arme bronca, no improvisando porque el público quiere música conocida, no tocando música conocida porque el público la corea...", cuando no le pita o le "apedrea con cortezas de avellanas, castañas, naranjas o bolas de papel". Al parecer, no todos los cines funcionaban igual, pero era tónica general.

Pasados unos años, según lo que se desprende del artículo de 1922, parece que las cosas han cambiado un poco. Por parte del pianista, que ya no trabaja siempre solo, sino que está integrado en un cuarteto o un sexteto. La posición incómoda no cambia, pero sí tiene más descansos. Eso sí, no todos los pianistas se acercan a su profesión del mismo modo, y en el artículo se describen tres tipos: el entusiasta "joven que está terminando o acaba de terminar su carrera", el desengañado y apático que se hace pianista de cine tras acabar la carrera como única salida profesional, y, finalmente, el "pianista indiferente"que cumple con lo que hace, pero no va más allá.

El público disfruta tanto de las imágenes (visualmente el cine ha dado pasos gigantescos) como de la música. El artículo en concreto cita como anécdota el caso de algunos espectadores que cierran los ojos en la sala en algún momento para mejor apreciar la melodía. Eso sí, siempre y cuando argumento y tema musical se complementaban. En algunos cines, los músicos en sí son parte del espectáculo y los empresarios les visten de una forma llamativa, como en un caso citado por el artículo en el que unos que vestían con casacas rojas tuvieron tanto éxito que el público ya no iba tanto al cine a ver las películas sino a los "colorados".

Hoy ver cine mudo en una sala de cine o en la pantalla doméstica ha perdido la magia (o el mal ambiente, según el caso) de esos espectáculos, y es necesario a veces imaginarse metidos en esas atmósferas del pasado para hacerse cómplices con los espectadores del pasado.

2 comentarios:

alberto delgado dijo...

hola que tal , soy un estudiante de comunicación en méxico. estoy interesado en recopilar más información sobre la situación en la que estaban las pianistas del cine mudo , quisiera saber si usted me puede dar algunas bibliografias que pueda consultar.gracias

Anónimo dijo...

Hola, me gustaría saber si podría contactar con usted y si sigue funcionando el blog. Mi correo es jesusto9@hotmail.com . El motivo es sobre este artículo de los pianistas en el cine. Muchas gracias de antemano. Un saludo