miércoles, 25 de julio de 2007

FILM D' ARTE ITALIANA Y SHAKESPEARE: GEROLAMO LO SAVIO


Junto a la denominada "serie de oro", con la que Ambrosio pretendía poner en escena clásicos de la historia y de la literatura, existieron otras compañías centradas en las adaptaciones literarias. Una de las principales fue Film d'Arte Italiana, fundada en 1909 como filial de Pathé en Italia y siguiendo la estela de la exitosa Film d'Art de París, que había producido El asesinato del duque de Guisa. Presidida por Charles Pathé, tuvo entre sus principales gestores italianos a Adolfo Re Riccardi, como director general, a Ugo Falena (del que hablaremos en otra ocasión) como director artístico y uno de sus realizadores centrales, y Gerolamo Lo Savio, quien, además de director administrativo, firmó entre 1909 y 1915 algunas de sus producciones, entre ellas las dos que nos ocupan, que pueden verse en el recopilatorio Silent Shakespeare, editado por el Brittish Film Institute.

Ambas presentan características básicas de este tipo de cine, el Film d'Art, con planos estáticos, actores afectados, una base teatralizante y una simplificación de los argumentos, para reducir las historias de las que parte a unas pocas estampas, prescindiendo de historias secundarias. También es característico de estas producciones italianas (lo veremos también con Romeo y Julieta, título de 1912 de Ugo Falena) el coloreado a mano (práctica muy habitual en Pathé) de los vestidos de los protagonistas, con colores personalizados para cada personaje, que dan un cierto encanto a estas películas. Al espectador actual le distancia la pose de los actores, muchos de ellos procedentes del teatro y de la ópera. Relevante en el aspecto actoral, por cierto, es el debut en estos dos títulos de una de las grandes divas del cine mudo italiano: Francesca Bertini.

El mercader de Venecia (1910)

La película es apenas un apunte sobre una parte del argumento de El mercader de Venecia de Shakespeare, aunque también hay que tener en cuenta que parte de su metraje está perdido. Se centra en la deuda contraída con el mercader Shylock por Antonio, quien necesita 3000 ducados para ayudar a un amigo, Bassanio, a cortejar a Porcia. La noticia de que los barcos de Antonio han naufragado le impide hacer frente a la deuda y el mercader le exige entonces la condición expuesta en el contrato: le ha de entregar una libra de su carne. En el juicio, en el que Porcia participa disfrazada de abogado se le hace ver al mercader que no puede cobrar su deuda porque es un delito derramar sangre cristiana.


El personaje de Shylock, interpretado por Ermete Novelli (en la foto, sin la barba que exige su caracterización), a quien veremos luego de rey Lear, resulta mucho más atrayente que el resto de figuras de la película, aunque está dibujado con las características típicas con las que se representaba a los prestamistas judíos en esa época y en las posteriores, incluido el gesto de las manos celebrando un negocio. Otro Novelli, en este caso mujer, Olga Giannini Novelli, encarna a Porcia, en una discutible actuación, tanto por su nivel interpretativo como por lo poco atractiva que resulta para la supuesta seducción que ejerce sobre los hombres, algo que también ocurre en la ópera con algunas sopranos y determinados personajes nada adecuados a sus figuras. La Bertini, en el papel de Jessica, tiene muy poco peso (dicho sin mala intención) en el desarrollo de la película.

La proliferación de planos estáticos da mayor protagonismo a las situaciones y a algunos decorados. Sólo hay un momento técnico interesante en la relación entre cámara y actores: el momento en que Antonio es informado de sus pérdidas económicas en el mar. Los actores desde detrás de un puente van avanzando hacia la cámara en su conversación hasta quedar desenfocados por su excesiva cercanía al objetivo. El resto son planos generales, una tendencia que irá cambiando en el cine italiano a medida que las divas impongan su presencia y la necesidad de retratarlas en todos sus gestos.


Ya anciano, el rey Lear de Bretaña (de nuevo, Ermete Novelli) decide dividir su reino entre dos de sus tres hijas, desheredando a Cordelia (Francesca Bertini), menos atenta con su padre (este momento está ilustrado en el fotograma superior). Ésta se casa con el rey de Francia y marcha a sus nuevas tierras. Las dos hermanas favorecidas con el trono, Goneril y Regan prometen mantener a su padre, pero pronto el anciano les resulta un estorbo. Repudiado, Lear se refugia junto a dos siervos fieles en un terreno privado y acaba enloqueciendo. Cordelia se entera de los abusos de sus hermanas y acude en ayuda de su padre, pero ambos son apresados. Cordelia es ahorcada y su padre, que había recuperado el juicio, vuelve a enloquecer junto a su cadáver.

Con respecto a la historia original, faltan el episodio del conde de Gloucester, quien por ayudar al anciano en su momento de mayor locura, es castigado por el esposo de Regan con una orden de que se le arranquen los ojos. Tampoco aparece el enfrentamiento de los ejércitos de Cordelia y de sus hermanas, donde resulta derrotado el ejército francés de la hermana desheredada. Se pasa directamente a su apresamiento y a su muerte, ahorcada, que tampoco se da en pantalla. La película termina con Lear lamentando la muerte de Cordelia, por lo que la obra se salta toda la parte final de la tragedia: el suicidio del rey, el envenamiento de Regan a cargo de su hermana Goneril y el suicidio posterior de ésta. Con ello, la muerte de Cordelia alcanza mayor protagonismo. Y también el papel de Francesca Bertini, mucho más fundamental que el de Olga Giannini Novelli o de Giannina Chiantoni, las otras dos hermanas.

La secuencia final es muy atractiva, a pesar de seguir siendo un plano estático, pues se juega con lo que aparece dentro y fuera de la pantalla, además de tener una relativa profundidad de campo. A lo lejos se divisa el ejército y un puente y los personajes principales están aguardando el momento en que fuera de plano está siendo ejecutada Cordelia. La aparición del rey Lear junto al cadáver de Cordelia refuerza esa tensión y aumenta el dramatismo.

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