domingo, 25 de enero de 2009

THAIS (1916), de Anton Giulio Bragaglia


Una de las efemérides marcadas en la cronología de 1909 publicada aquí el primer día del año hacía referencia al nacimiento ese año del futurismo. Concretamente el 22 de febrero de 1909 el poeta Filippo Tommaso Marinetti dio a conocer en las páginas de Le Figaro su Manifeste du futurisme. En él se rechaza la tradición y el pasado y se exalta todo lo que tiene que ver con el progreso del presente y sobre todo del futuro, como la velocidad, la violencia o el culto a las máquinas y a la industrialización. Tuvo influjo en la literatura, la música, las artes plásticas y en el cine. En este último arte no tuvo tanta importancia en cuanto a los títulos que se inscribían totalmente al movimiento futurista (algunos en Italia y en Rusia) como la que tuvo como visión (especialmente en su exaltación de la modernidad y el ritmo de las ciudades, como en el cine de Vertov y de Ruttmann). Arnaldo Ginna y Bruno Corra inician hacia 1911 las primeras experiencias futuristas en cine con lo que dan en llamar "música cromática". En 1916 Ginna presenta la película Vita futurista, a la que acompaña con un Manifiesto cinematográfico del futurismo, aparecido el 11 de septiembre de ese año, en el que se rechazan los dramones y se defiende la mezcla de formas de expresión y el uso experimental del cine.

Precisamente en un libro muy recomendable sobre este uso, Historia del cine experimental (1971), de Jean Mitry, tuve la ocasión de saber de la existencia de un título de Anton Giulio Bragaglia llamado Thais, "basado" en la obra homónima de Anatole France, en el capítulo "Futurismo, expresionismo y cine", en el que no lo coloca del lado futurista, sino más cercano al cubismo y a la abstracción, fundamentalmente en los decorados de su parte final, obra del artista Enrico Prampolini. Bragaglia (1889-1960) fue fundamentalmente un hombre de teatro, arte a la que incorporó elementos cinematográficos. Su vinculación al futurismo estuvo más en su labor fotográfica, con lo que dio en llamar fotodinamismos, en los que el protagonista era el movimiento mismo (como en el retrato que de Bragaglia hizo G. Bonaventura hacia 1912, adjunto a este párrafo). Thais ofrece algunas huellas de esa deformación fotográfica, especialmente en la escena que representa una pequeña fiesta, con la cámara enfocando y desenfocando a los personajes.



Prampolini (1894-1956), por su parte, fue un pintor y un decorador que, pese a su adscripción al movimiento futurista en 1912, estuvo más ligado al cubismo y al constructivismo. Él es el responsable del arranque de la película, donde la aristócrata que se hace llamar Thais se presenta al público, fumando y en actitud pícara, delante de una puerta con motivos geométricos. Para esa puerta seguramente tuvo el modelo de la de Ishtar, lugar donde la novela original de Anatole France se ambientaba. También lo es de algunos elementos de la escenografía como los cortinajes o del vestuario (especialmente de las medias de Thais). Pero especialmente su labor se concentra en la parte final, con el delirio y la muerte de Thais, rodeada y finalmente asumida por una escenografía de figuras geométricas concéntricas cada vez más opresivas.




Es el toque final, y más recordado, de un título cuya parte central y menos comentada funciona como parodia del cine de las divas. Así, Thaïs Galitzky hace aquí un personaje tan afectado por las emociones como el de los interpretados por una Lyda Borelli, por ejemplo, primero en tono frívolo, jugando con los sentimientos del cortejo de pretendientes (o peleles) que le secundan (entre ellos su primo Óscar y el conde de San Remo), y luego en tono trágico, tras ser consciente de la repercusión trágica de su juego, tanto en el conde como en otra mujer, Blanca. El cortejo de pretendientes todos con bombín y caminando unos detrás de otro en fila o la escena en que éstos mantean a Thais, son ejemplos de la relación que se quiere establecer aquí entre la parodia al melodrama de las divas y una cierta vanguardia del absurdo, mucho antes de que éste tuviera peso como término artístico.

Thais es un título marginal dentro de la cinematografía italiana en cuanto a su repercusión, pero a la vez necesario para comprender que no todo iba en una misma dirección en ese cine y que, al igual que el cine más comercial de esa época era un nuevo medio para gentes de teatro, el cine de vanguardia fue un nuevo vehículo de artistas plásticos, fotógrafos y poetas para sus inquietudes expresivas e ideológicas. Éstas últimas, por cierto, en el caso del futurismo italiano, acabaron vinculándose con el fascismo. Cosas de la velocidad y del futuro...

jueves, 1 de enero de 2009

¡FELIZ 1909!

Como ya hicimos el año pasado, felicitamos el año nuevo con un repaso de lo que será motivo de centenario este año en el ámbito de la cinematografía. Entre otros, 1909 fue el año del debut de las actrices Mary Pickford (en el fotograma superior, abrazando a dos niñas en The Lonely Villa, de Griffith) o Francesca Bertini y de los actores Ivan Mosjoukine y Roscoe "Fatty" Arbuckle, de la realización de algunos títulos importantes de Griffith, de un gran impulso para cinematografías como la portuguesa o de algunas latinoamericanas, o el año en que se impuso el celuloide perforado de Edison. Veamos el repaso a ese año, en el que además se incluyen enlaces para poder ver en la red, principalmente en Youtube, algunos de los títulos citados.

1909 es un año importante en la industria estadounidense. Una conferencia internacional impone las perforaciones de Edison como estándar para el formato de las películas. En la Edison, ese mismo año, logran captar al escritor Mark Twain en imágenes para el cine. También para esta compañía, James Stuart Blackton codirige con Charles Kent The Life of Moses, realiza una versión de El sueño de una noche de verano y aplica técnicas de animación a su Princess Nicotine (en la foto). Otro célebre animador, el dibujante Winsor McCay presenta en una sesión, filmada y proyectada por la Edison unos años más tarde, su Gertie, el dinosaurio, que combina hábilmente imagen real con dibujos animados. Ese mismo año, E.S. Porter deja la Edison e intenta una aventura en solitario, de la que saldrá en 1911 la Rex Films.

Más allá de la Edison, se impone la Biograph, conocida desde ese año como Biograph Company. En ella empieza a destacar Griffith, tras su debut el año anterior, con títulos como The Lonely Villa, A Corner in Wheat (en la foto), Those Awful Hats o A Drunkard's Reformation, un ejemplo de cine didáctico. También en la Biograph aparecen por entonces personalidades como Lionel Barrymore, el futuro cineasta William Beaudine o Billy Bitzer, quien desarrolla la técnica del contraluz. En el ámbito actoral, 1909 también supone el debut de la actriz Mary Pickford y de su arquetipo de mujer aniñada, que triunfará hasta 1929, y también de Roscoe (Fatty) Arbuckle, quien debuta en las comedias Keystone de Mack Sennett.

Por entonces, Stroheim emigra de Austria a Estados Unidos, mientras otro vienés, Fritz Lang, muy joven, está descubriendo el cine.

En Francia, Méliès presenta Le locataire diabolique, mientras Chomón consolida su etapa francesa con Voyage dans la lune. Max Linder interpreta Las sorpresas del amor. Lo más interesante en Francia, no obstante, son los trabajos de Emile Cohl, con títulos como Le ratelier o la animación con siluetas de Les lunettes féeriques. Para la Gaumont, Louis Feuillade presenta cintas llenas de fantasía como Le printemps, unos años antes de abordar sus “pedazos de vida” en la serie La vie telle qu’elle est, de 1911, y sus célebres seriales, a partir de 1913.

En Italia, en el año de la aparición del manifiesto futurista, que dará más tarde algunos frutos cinematográficos, se dan algunos hitos, como la realización de Nerone, por Luigi Maggi, la contratación de Enrico Guazzoni por la Cines, o el debut de Francesca Bertini y de Giuseppe De Liguoro, entre otros.

En Rusia, el productor Aleksandr Khanzhonkov (en la foto) trata de competir con las producciones francesas, inspirándose en ellas, con temas históricos y literarios, pero de carácter nacional. Para él trabajarán desde ese año los directores Vassili Gontcharov (con Mazepa) o Petr Tchardynine (con Una boda rusa en el siglo XVI). También dará la oportunidad de debutar ese año al actor Ivan Mosjoukine, que tendrá una importante carrera tanto en Rusia como en Francia. También ese año es el debut de Yakov Protazanov, con La fuente de Bachisarai. Uno de los personajes más perseguidos por los cineastas rusos en esos años es el escritor León Tolstoi, en tanto que símbolo nacional, a quien se quiere captar en imágenes e implicar en proyectos en los que, póstumamente (1910), se le atribuirá publicitariamente la tarea de dirección. Una de las pocas cintas que consigue captar al escritor en sus últimos momentos pertenece a ese año.

En Dinamarca, la Nordisk y especialmente Viggo Larssen continúan con sus éxitos, mientras la casualidad quiere que la figura más internacional del cine danés en el futuro, Carl Theodor Dreyer, aparezca brevemente en una cinta documental de 1909, cubriendo como joven periodista la llegada de una personalidad.

En el Reino Unido, se aprueba la Cinematograph Act, que se convertiría en ley al año siguiente, con la que se intentaba regular la proyección de películas en las salas nacionales y frenar la cada vez mayor afluencia en ellas de películas extranjeras, especialmente italianas y danesas. De las producciones británicas de ese año, sin duda la más curiosa es The Airship Destroyer (en la foto), también conocida como Battle in the Clouds, un película de primitiva ciencia ficción que imagina cómo sería una guerra aérea, pocos años antes de que ésta se pusiera en práctica con la Gran Guerra.

En España, Fructuós Gelabert, Ricardo Baños, Alberto Marro o Narciso Cuyás ruedan algunos títulos interesantes, pero quizá la cinta del año sea el documento que Gaspar Serra rueda sobre la Semana Trágica, película conocida, entre otros títulos, como Los sucesos de Barcelona o La Semana Trágica de Barcelona.

En Portugal, Joao Freire Correia funda la Portugalia Film en 1909 y ese mismo año aborda la producción del primer film nacional de ficción, Os Crimes de Diogo Alves, dirigido finalmente por Joao Tavares en 1911.

En Latinoamérica, algunos cineastas italianos activan la cinematografía nacional de países como Argentina, Brasil o Bolivia.