Quo Vadis?, Domine ("Adónde vais, Señor"). Estaba claro que cuando la Cines rodó la primera versión italiana de Quo Vadis? (ya había habido una francesa de 1902) y, sobre todo, tras comprobar su éxito en todo el mundo, esta productora y el cine italiano en general sabía por dónde debía encaminarse su forma de hacer cine. Hasta entonces, el cine italiano caminaba por imitación de otras cosas que se hacían en Europa, principalmente Francia, como filial de las productoras Film d'Art y Pathé. Ya habían aparecido títulos como L'inferno (1909) de Liguoro o La caduta di Troia (1910) de Pastrone, que inician el camino del éxito, pero éste es corroborado con esta producción de Enrico Guazzoni.
Quo Vadis? constituye el nacimiento de las superproducciones, ese tipo de películas que no escatiman en recursos humanos y materiales de cara a ofrecer un gran (en cuanto a cantidad y no siempre en calidad) espectáculo y obtener cuantiosos resultados en taquilla. No quedaba otro remedio, pues los custodios de los derechos de la popular novela de Henryk Sienkiewicz, la principal razón para que este autor polaco consiguiera el Nobel de Literatura en 1905, se habían cobrado un importante precio para la época. La película costó unas 47.000 liras (algo desorbitado para la época) y recaudó unos 30 millones, así que recuperaron lo invertido de sobras.
El título de Guazzoni, quien también se ocupa del guión, la producción y los decorados, es muy importante en cuanto a cantidad como en calidad. En cantidad porque el presupuesto manejado permite llevar la película a una duración prácticamente inédita (una hora y media), contar con decorados colosales (tanto para reproducir enormes salones de palacios como para construir verídicos juegos de agua o un circo romano) y manejar hasta 5.000 extras y animales reales, los más recordados los 30 leones que se comen en una escena a los cristianos. En cuanto a la calidad, tener a casi todos los actores romanos de referencia (Amletto Novelli, Gustavo Serena, Lea Giunchi, Bruto Castellani, Carlo Cattaneo, entre otros) en papeles importantes y conjugarlos con los extras en planos donde la profundidad de campo y el punto de vista dan mucha vida a las escenas.
Pero antes de hablar de estos aspectos, digamos unas palabras sobre argumento. Petronio (Gustavo Serena), árbitro de la elegancia de la Corte de Nerón (Carlo Cattaneo), recibe a su sobrino Vinicio (Amletto Novelli), quien le habla de su amor por Ligia (Lea Giunchi), una joven a la que ha visto en casa de Aulo. Petronio habla a Nerón de este amor y el soberano ordena que la joven sea entregada a Vinicio, pero los planes iniciales derivan en un arresto de la joven en palacio. El forzudo Ursus (Bruto Castellani), que ha hecho promesa de proteger a Ligia, la rescata con ayuda de la comunidad cristiana, donde la joven se esconde. Vinicio recurre al anciano Kilón para encontrar a Ligia y descubre al apóstol San Pedro y a sus fieles en las catacumbas. Los cristianos les descubren, pero en vez de castigarles bendicen el amor entre Vinicio y Ligia. Mientras tanto, Nerón, con la excusa de inspirarse para un poema sobre Roma ardiendo, ordena incendiar la ciudad, algo de lo que luego culpará a los cristianos. Éstos son traicionados por Kilón y algunos de ellos son apresados y motivo de un espectáculo de circo, donde unos luchan y otros son devorados por leones. Ligia es atada a un toro, pero es rescatada por Ursus y recibe el perdón de Nerón tras la insistencia del público. El incidente precipita el final de Nerón, increpado por sus súbditos y acusado públicamente de haber incendiado Roma por Petronio, quien se suicida con su querida Eunice. Nerón huye y, cuando está a punto de ser apresado, se suicida. Mientras tanto, a San Pedro, al cruzar la Vía Appia, se le aparece Jesús. San Pedro le pregunta: "Quo Vadis, Domine" ("Adónde vais, Señor"). Y Jesús le responde: "Ya que tú abandonas a mi pueblo, yo vengo a Roma... para ser crucificado de nuevo".
La profundidad de campo está entre lo mejor de los aspectos técnicos (y narrativos) de la cinta. A diferencia de otras películas que hemos analizado, especialmente las del Film d'Arte, los personajes que están al fondo del plano se mueven con naturalidad y la cámara se sitúa con respecto a los personajes y acciones principales con una cierta distancia para recogerles en un contexto. Así, una conversación entre Vinicius y su amada Ligia se enmarca en una escena en la que Nerón está hablando a sus súbditos, o más adelante Vinicius y Kilón están disimuladamente escondidos a los ojos de los cristianos, pero más cerca del espectador en el plano que San Pedro y sus fieles. En una de las escenas de palacio, alguien abre una cortina y la magnitud del edificio se pierde en la vista al fondo del plano. Esta técnica ayuda a construir la relación entre una pequeña historia (la conversación entre dos personajes) y su marco, generalmente un evento "histórico" (la lectura de Nerón, un banquete, unos juegos públicos, la reunión de los cristianos), etc.
Entre las escenas más recordadas están las del circo romano y, en especial, el banquete de cristianos que se hacen los leones. Y no sólo por el morbo y por la utilización de leones reales, sino por lo bien construida y orientada que está la escena. El plano presenta de cerca a los leones a punto para hacerse un festín y al fondo los cristianos colocados en una escena coral. Al mismo tiempo, ese plano desafiante y un gran sentido de la profundidad se combina con otro en el que un ligero travelín ayuda a conocer a los allí agolpados, esperando su suerte, y con otro de los romanos en las gradas contemplando con morbo ese final. No se muestra el momento de la mordedura, pero sí el paisaje desolado de los leones acabando su banquete caminando y devorando los últimos restos humanos dispersos por la arena junto a pedazos de túnica desgarrada. Una escena sin duda cruel. Pero el que esto escribe también se queda con escenas no tan morbosas como el elegante suicidio de Petronio y Eunice ante sus invitados, las escenas en las catacumbas, donde hay un gran manejo de los extras y de la iluminación que le rodea, o una de las escenas finales, la del encuentro entre San Pedro y Jesús (éste mediante una transparencia), con un camino claramente ascético, que hubiera hecho las delicias de un Buñuel o de un Pasolini.
En 1925 se estrenó una nueva versión de Quo Vadis? en unos estudios italianos, dirigida por Gabriellino D'Annunzio y Georg Jacoby. Sin embargo, a pesar del mismo material de partida y de la coincidencia de un mismo actor (Bruto Castellani) haciendo el mismo personaje (Ursus), las películas de 1912 y 1925 no tienen mucho que ver, principalmente por el contexto histórico en el que se sitúan. Si la de 1925 está obligada a echar mano de una estrella internacional de la talla de Emil Jannings para intentar salvar los muebles de lo casi nada que queda del cine italiano, la película de 1925, con la vigencia de recursos humanos e industriales propios, es uno de los puntales que contribuyen a situar a la cinematografía italiana en el primer plano del panorama mundial.
3 comentarios:
hola Antonio, me gustaria saber si vos sabes donde puedo obtener esta pelicula y otras clasicas desde internet, resulta que estoy haciendo estudios de cine y necesito ver varias produccione clasicas, te estare eternamente agradecido,
moi
me puedes escribir a: moisesr@gmail.com
Hola Antonio. Me gustaria
saber si sabes donde o como
podria conseguir esta version
de Quo Vadis de 1912. Soy un
gran aficionado al cine mudo
y no consigo esta pelicula.
Te agradeceria que me escribieras
a rgonzalezb2001@yahoo.es
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