viernes, 28 de diciembre de 2007

¿112 AÑOS DE CINE?


Hoy, se supone, se celebran 112 años del cine, según la historia oficial que sitúa su "nacimiento" el 28 de diciembre de 1995, fecha en la que dos hermanos de Lyon, los Lumière, hacían la presentación pública de su invento en el Grand Café de París. Ni era la invención del cine, ni era una presentación pública y ni siquiera era la primera vez que los Lumière presentaban su invento a unos espectadores. Era la primera vez que se pagaba por ir a ver cine (lo cual tiene, en su conmemoración, algo de pernicioso) y los Lumière dieron mayor importancia a esta presentación porque su audiencia estaba llena de personalidades influyentes de cara a la difusión de un invento de provincias en la capital. No era el único procedimiento para plasmar cine, pero el otro gran competidor, Edison, se había empeñado en hacer del cine, con su kinetoscopio, un producto de ocio privado, de visionado individual. Digamos que los Lumière consiguieron reunir eficacia y mercadotecnia en su invento.

Los inventos de los Lumière, Edison y compañía dieron materialidad a un sueño que muchos remontan hasta las cuevas de Altamira y que quizás habría que situar con mayor precisión en el inicio de la actividad del relato ilustrado, especialmente en zonas de rica tradición oral como Asia (especialmente India e Indonesia) y África. Un ejemplo de ello es el Wayang Kulit, el teatro de sombras de Indonesia, cuyas marionetas, de gran belleza, pueden conseguirse en foros de coleccionistas de precine. Este tipo de espectáculo forma parte del patrimonio no material de la Humanidad, declarado así por la Unesco. Para muestra un botón (otras en búsqueda de Youtube):




En Occidente, especialmente a partir del Renacimiento, el desarrollo de la óptica y otros avances relacionados con la luz tuvo, en paralelo a su utilización científica, aplicaciones para el ocio, con diversos artilugios que jugaban con la ilusión óptica (especialmente la linterna mágica o los diaporamas), además de la experimentación que el desarrollo de estas técnicas tuvo lugar entre algunos creadores. Así, se sabe que Vermeer hizo uso de la cámara oscura para muchas de sus obras, como puede verse en este fragmento de la película La joven de la perla (2003):




En el siglo XIX tuvo lugar la mayor carrera hacia el cine, ayudado por la invención de diversos aparatos de ilusión óptica, como el zoótropo, aparato creado en 1834 por el matemático W.G. Horner, en los que un tambor cilíndrico con diversos cortes laterales hacía girar unas tiras de dibujos que representaban unas figuras con cambios de posición y gestos, de tal manera que, al ir girando, el espectador que mira por uno de los cortes puede tener la sensación de ver moverse la figura representada. Un artilugio parecido, que complementaba el cilindro con una serie de espejos centrales, fue el praxinoscopio, inventado en 1877 por Émile Reynaud. Éste hizo sesiones para el público combinando su invento con la linterna mágica. Un ejemplo de ello es este Autour d'une cabine (1894):



Entre la invención del zoótropo y del praxinoscopio se produjo otra carrera, la de captar la imagen real, algo que ya hacía la cámara oscura, pero sin la posibilidad de dejar fija esa imagen de forma permanente en un soporte. Primero el daguerrotipo y luego la fotografía consiguieron conservar una imagen real más allá del momento en el que fue captada. Los trabajos de Muybridge contribuyeron a emparentar fotografía con cine, en sus intentos por captar las diversas fases de un movimiento, primero con el galope de un caballo y más tarde con el de seres humanos caminando o haciendo un ejercicio.


En la carrera final en busca del cinematógrafo estaba la preocupación por conseguir un aparato que pudiera captar imágenes en movimiento y, sobre todo, pudiera proyectarlas. La carrera de Edison y los Lumière, entre otros muchos, se basó precisamente en las estrategias para desarrollar la segunda parte, pues la captación de imágenes en movimiento estaba mejor encaminada. Como dijimos al principio las dos principales tendencias fueron la que representaba Edison (kinetoscopio, la proyección para un solo usuario que accedería a ella introduciendo una moneda por la ranura del aparato) y la de los Lumière (cinematógrafo: proyección en pantalla para diversas personas al mismo tiempo, con el pago previo de una entrada).

Concepciones diferentes para una misma idea: la de dar apoyo visual a las historias que los hombres y mujeres de todos los tiempos han querido contar.

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