- Flugten fra seraillet / La fuga del serrallo (Viggo Larsen, 1907)
- Bedraget i doden / Engañado a muerte (Eduard Schnedler-Sorensen, 1911)Maharadjahens yndlingshustru / La favorita del marajá (Robert Dinesen, 1917)
Una joven occidental es seducida (y no secuestrada) por el marajá, quien llena de rosas la habitación de la chica y le propone un plan de fuga. La chica se despide de su primo (que también la pretende), pidiéndole que la deje pasear sola en bote. Esta escena ofrece un hermoso tráveling de la cámara hacia atrás, elevando suavemente su punto de mira para ver al joven enamorado mirar cómo se aleja el bote. En unas escenas de gran belleza, la joven queda inconsciente y es rescatada por los hombres del marajá, quienes la conducen a palacio. Allí, ella está fascinada por los nuevos ropajes y joyas que la adornan, mientras el marajá contempla en privado, en una escena con sabor a fetichismo, el cofre donde ha guardado la ropa europea de su amada. Aunque la considera la favorita, otras bellas mujeres conviven en su harén (representado con múltiples chorros de agua y rica ornamentación). Esto hace que la joven se sienta incómoda, empieza a sentirse prisionera, a pesar de que el marajá sigue insistiendo una y otra vez que es su favorita y así la presenta ante las demás.
El marajá ofrece una recepción en su palacio a unos marinos europeos, entre los que se encuentra el primo de la muchacha, quien, tras un momento de tensión, solicita entrevistarse en privado con el marajá. Allí acuerdan que ella decida con quién quedarse. Para ello, en un acertado elemento de guión, que podría encajar esta historia en Las mil y una noches, hacen que al despertarse la chica se encuentre con dos cofres: uno contiene joyas y ropas orientales y el otro, la ropa que trajo antes de venir a palacio. Mientras su primo aguarda a esta última elección, con su bote al pie de palacio, junto al mar, para llevarse a su amada, el marajá ordena a los que custodian el palacio que, si ven a la joven vestida con ropa europea y con voluntad de huir, que la dejen marchar, pero que maten a quien intente seguirla. La muchacha se decide por sus antiguos ropajes y sale de palacio, seguida de cerca por una inquietante figura, escondida dentro de una túnica, que resulta ser el propio marajá, esperando que su guardia obedezca sus órdenes y le mate. Pero esto no ocurre y la joven, que ve en esta voluntad de morir del marajá una prueba de amor, rectifica su camino y decide entregarse a los brazos de su amado. Medio escondido, su primo ve la escena y comprende que no tiene nada que hacer allí.
He aquí un final que rompe por completo con la tradición del tema en la Nordisk, donde destaca el mayor empaque de la mujer en la historia, que deja de ser la simple presa por la que se enfrentan hombres y bandas enteras, para ser una persona con vaivenes en sus emociones y poder de decisión sobre ellas. También hay un mayor peso en el personaje del dueño del harén, el marajá, más allá de los estereotipos sobre lo oriental, interpretado por Gunnar Tolnæs, quien volvería a encarnarlo en las varias secuelas y versiones que se rodaron: la segunda (1919), dirigida por August Blom, la de 1921, dirigida por Max Mack, y la tercera parte (1926), rodada por A.W. Sandberg, a la que corresponde la ilustración que acompaña a este párrafo.
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