viernes, 27 de abril de 2007

CON LOS NERVIOS CRISPADOS (1923) de A.W. Sandberg


La productora Nordisk tuvo claro que para expandirse internacionalmente debía practicar un cine genuino pero que no tuviera referencias locales, sino universales, autores y temas que pudieran reconocerse en cualquier parte donde se vendían sus productos. Trataron temas históricos, adaptaron obras literarias (especialmente a Dickens) e hicieron películas con referencias a géneros que triunfaban en el mundo. El título que nos ocupa se encuadra en este último caso: una comedia con trama de thriller, momentos a lo Keaton-Harold Lloyd, momentos a los seriales del salvados-en-el-último-momento y un final feliz con boda incluida, aunque aquí todo mezclado de forma paródica.

Un periodista acaba de resolver un caso de asesinato (un joven disminuido mata a una octogenaria porque ésta no le hace caso), pero en ello invierte 36 horas sin dormir. El periódico le felicita y le premia con una prima y un descanso de dos semanas. El reposo va bien hasta que el periodista mira por la ventana y ve a una dama golpear en la nuca al caballero acompañante. Desesperado intenta llamar a la policía para contar lo que ha visto, pero la telefonista le pasa con el teléfono del dueño tartamudo de una pajarería. Aún intrigado, pero con ganas de descansar, acepta la invitación de un amigo comisario de policía para pasar un día en la playa. Allí le presentan a una dama, hija del Ministro del Interior, en cuyo rostro reconoce al de la mujer que ha visto a través de la ventana. Desde entonces, medio enamorado de ella, medio espía del secreto que ésta trata de ocultar, la persigue, hasta que la descubre en la visita a un usurero. Después de innumerables intrigas, todo se resuelve: ella ha acudido a un prestamista para pagar una deuda de su hermano; el dinero lo ha conseguido trabajando como actriz, algo que oculta a su padre para no avergonzarle, y precisamente lo que había visto el periodista era un momento del rodaje. El final ya se lo imaginan.

Resulta curioso el sarcasmo con que el Ministro del Interior critica, como si se dedicase a la prostitución, el trabajo de actriz. Buena capacidad del cine de reírse de sí mismo y de los muchos modelos internacionales que el cine por entonces ya había engendrado. Las bañistas recuerdan a las bathing beauties de Mack Sennett, las intrigas a las de los seriales y el final feliz es un claro homenaje a las comedias de Hollywood, a las que también recuerda por la sucesión de puertas que se abren y se cierran, y personajes entrando y saliendo de las habitaciones, un clásico del vodevil. Hay también un impagable momento Buster Keaton, que mantiene en tensión, y al tiempo con una sonrisa, al espectador: para seguir a la chica, después de haberse caído de la parte atrás del coche, decide utilizar un artilugio similar al utilizado por Keaton en El maquinista de la General para proseguir su camino por la vía del tren. En un momento determinado se queda parado y dormido. En primer plano queda él y su vehículo mientras la vía se pierde en la profundidad del campo. Entonces vemos el humo del tren y cómo deja la curva y se mete de lleno en la imagen, avanzando hasta el espectador y hasta nuestro dormido protagonista. El plano cambia y ahora es el tren que avanza desde la posición del espectador hacia dentro. Los maquinistas se dan cuentan en el último momento y frenan a tiempo.

Los diálogos también son hilarantes, en algunos casos bordeando el humor del absurdo. Un ejemplo: el periodista está impresionado por la belleza de la dama (encarnada por Olga d'Org) y le dice: "me gustan tus ojos, sobre todo el derecho". Curioso piropo. Los gags están enormemente trabajados, con repetición de situaciones que hacen, por ejemplo, poco inocente el hecho de agacharse a recoger unos cigarrillos. Incluso la detención de una mujer por haber asesinado a su marido se convierte en un gag, tras el comentario sarcástico que el protagonista hace de ella y de lo poco agraciada que es. Son divertidas las excusas que él pone cuando ella le sorprende espiándola. Recuerdo sobre todo una: "vine a ver a unos amigos del primer piso y, ya que estaba, me pasé por el segundo".


El director de la película, A.W. Sandberg, se inició en la Nordisk como fotógrafo, especialmente de fotofija. Más tarde, se le dio la oportunidad de dirigir y estuvo entre los más destacables realizadores de la compañía. Suyas fueron varias adaptaciones de Dickens, especialmente Grandes esperanzas (1922), y comedias como las que hemos comentado, pero se le recuerda como autor de El payaso (1926), también incluida en el ciclo de la Filmoteca de Catalunya, pero que analizaremos más adelante, pues su visionado dependerá, por problemas de agenda, de la adquisición del interesante DVD editado por la Filmoteca Danesa, que también incluye Con los nervios crispados.

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