
Los daneses, puede decirse, "inventaron" la luz cinematográfica. Eso es algo que podrá constatarse dentro de unas semanas en un ciclo dedicado en la Filmoteca de Cataluña al cine mudo danés en conmemoración en 2006 de los cien años de su más señera productora, la Nordisk. En ese marco se inscribe una exposición presente en Barcelona, en el CCCB, hasta el 1 de mayo de 2007 y que pone en relación el mundo pictórico de Vilhelm Hammershoi y el cinematográfico de Carl Theodor Dreyer, uno de los directores en los que más continuidad hay entre su obra muda y su obra sonora.

Conociendo la obra de Dreyer, o haciéndose una idea en los breves fragmentos proyectados en el museo, el asistente a la exposición puede ver relaciones intensas con los cuadros de Hammershoi, un autor nada conocido en nuestro país y que merece por sí solo la visita. De hecho, es la estrella de la exposición por cuanto de Dreyer en sí, salvo una serie de mecanoscritos y los fragmentos señalados, no hay gran cosa: se muestra, pero no se analiza en demasía el motivo de su presencia allí, la comparación con el pintor. Eso sí, los vasos comunicantes son obvios y el propio Dreyer los había señalado en varias ocasiones desde que empezara a servirle de inspiración en El presidente (1918).



Para los que quieran adentrarse en estas relaciones, aún hay tiempo de visitar la exposición. También puede consultarse (en catalán) un interesante estudio colgado en la red por Carles Moreno en 2002 sobre las relaciones entre Dreyer y la pintura, especialmente con el pintor señalado en estas líneas.
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